La mascarilla, ¿ha llegado para quedarse?

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Cuando, hace sólo un año, en alguna calle o aeropuerto nos cruzábamos con una persona, normalmente asiática, con una mascarilla tapándole media cara le mirábamos con un cierto aire de superioridad, o cómo si fuera alguien recién salido de un hospital, en cualquier caso era una simple anécdota, incluso graciosa, no pensábamos que lo hacía por su bien y por el nuestro.

No voy a escribir de la pandemia, pero sí de la mascarilla. Al principio la tomamos como obligación, poco a poco se fue incorporando en la rutina y hoy es tan necesaria al salir de casa como el móvil o las llaves del coche, es verdad que las multas y el miedo ayudan, pero ya se ha hecho imprescindible

La integración de la mascarilla en la sociedad.

Hoy ya todas las colecciones de moda que se precien llevan sus mascarillas asociadas, con tejidos y colores a juego con la ropa, pero también se usan con mensaje, con reivindicación, o sirven para identificar colectivos como los aficionados a equipos de fútbol. Las mascarillas son máscara pero también son pantalla, y eso hay que aprovecharlo.

Las hemos ido integrando en nuestra vida, aunque cada vez que nos la ponemos pensamos; ¿pasará?, pues si, la pandemia remitirá, habrá vacuna, volveremos a vernos la cara completa, los dientes, la sonrisa… Pero yo soy de los que cree que la mascarilla va a pervivir, la vamos a mantener probablemente con un uso más social que el actual.

Si echamos la mente atrás, ¿quién no ha estornudado en un autobús repleto de gente?, ¿quien no ha subido acatarrado con la vecina de abajo, aunque tuviera 90 años?, ¿cuántas veces hemos trabajado con “el moquillo” colgando y sin protección ninguna?, cuando íbamos a urgencias, cada uno con su mal, todos respirábamos el mismo aire, y lo mismo en aviones o autobuses.

¿Qué pasará con la mascarilla una vez que remita la pandemia?

Mi opinión es que, cuando esto pase, la mascarilla tendrá un uso de respeto social, en los ambulatorios o urgencias, seguro que nos la pondremos, pero también cuando tengamos alguna enfermedad y nos movamos por sitios con más personas, o también cuando estemos en ambientes enrarecidos.

Por eso pienso que la mascarilla ha llegado para quedarse y que no va a haber colección de moda que se precie sin su mascarilla asociada. Dejará de ser una obligación para convertirse en una prenda esencial para momentos en que queramos proteger o protegernos, pero va a ser algo nuevo que ya no se va a ir.